Cuando empezamos a tomarnos en serio la fotografía, hay un momento clave en el que nos damos cuenta de que no todo es encuadrar y disparar. Ahí es donde entra en juego la apertura de diafragma: ese ajuste mágico que, bien usado, transforma una foto normal en una imagen con alma. Es el responsable de esos fondos suavemente desenfocados, de los retratos con mirada nítida y fondo etéreo, y de ese bokeh que tanto nos enamora cuando las luces del fondo se convierten en círculos de ensueño.
Te contaremos qué es realmente la apertura de diafragma, cómo afecta a tus fotos y, sobre todo, cómo puedes dominarla para conseguir ese desenfoque tan buscado y ese bokeh que marca la diferencia. Si estás aquí, es porque quieres entenderlo de verdad y llevar tus fotos al siguiente nivel. ¡Vamos a ello!
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¿Qué es la apertura de diafragma?
La apertura de diafragma es uno de los pilares básicos de la fotografía. En pocas palabras, se refiere al tamaño de la “ventana” que se abre dentro del objetivo para dejar pasar la luz hacia el sensor de la cámara. Cuanto más abierta esté esa ventana, más luz entra; cuanto más cerrada, menos luz. Pero no solo se trata de iluminar: la apertura de diafragma también tiene un impacto directo en la profundidad de campo, es decir, en cuánto de la imagen aparece enfocado y cuánto desenfocado.
Cómo funciona el diafragma dentro del objetivo
Dentro de cada objetivo hay un conjunto de láminas que se abren o se cierran formando un círculo, y ese círculo es el diafragma. Controlar la apertura de diafragma es, básicamente, decidir cuánto se abre ese círculo.
Si lo abres mucho (lo que llamamos una apertura grande), entra más luz y el fondo se desenfoca más. Si lo cierras (una apertura pequeña), entra menos luz y se ve enfocado casi todo el plano. Esta regulación es esencial tanto para controlar la exposición como para darle un estilo propio a cada imagen.
¿Qué significan los famosos números f (f/1.8, f/5.6, etc.)?
Aquí es donde muchos se lían al principio, pero en realidad no es tan complicado. Los números f indican el tamaño de la apertura de diafragma. Un número f pequeño, como f/1.8, significa que el diafragma está muy abierto. Un número más alto, como f/16, indica que está bastante cerrado. Lo curioso es que, cuanto más bajo el número, mayor la apertura (más luz, menos profundidad de campo) y cuanto más alto, menor la apertura (menos luz, más profundidad de campo).
Saber leer y manejar estos valores te da un control enorme sobre tus fotografías. Si quieres un retrato con fondo suave y desenfocado, una apertura de diafragma grande, como f/2.0, es tu aliada. Si prefieres un paisaje completamente nítido, una apertura como f/11 o f/16 es lo ideal. Lo importante es entender que no hay una “mejor” apertura, sino que depende de lo que quieras contar con tu imagen.
El desenfoque artístico y el famoso bokeh
Una de las razones por las que muchos nos enamoramos de la fotografía es por ese desenfoque suave y estético que aísla al sujeto del fondo y le da un toque casi mágico a la imagen. Ese efecto visual se logra gracias al control preciso de la apertura de diafragma. Cuando aprendemos a manejarla bien, conseguimos no solo fondos desenfocados, sino también un bokeh atractivo, que aporta carácter y profundidad a nuestras fotos.
¿Qué es exactamente el bokeh?
El bokeh (se pronuncia “bo-ké”) es el aspecto visual que tienen las zonas desenfocadas de una fotografía, especialmente aquellas luces o elementos que están fuera de la profundidad de campo. No es solo que estén desenfocados, sino cómo lo están.
El bokeh no es una técnica en sí misma, sino un resultado estético influenciado directamente por la apertura de diafragma y el diseño óptico del objetivo. Un buen bokeh se nota en esos fondos suaves, sin distracciones, que realzan al sujeto principal.
Cómo influye la apertura en la calidad del bokeh
La apertura de diafragma es clave para lograr un buen bokeh. Cuanto más abierta esté (por ejemplo, f/1.4 o f/2.0), más desenfocado estará el fondo, y más suaves y redondeadas se verán las luces o formas que estén fuera de foco. Además, una apertura grande reduce la profundidad de campo, lo que hace que el fondo se separe visualmente del sujeto. Si, por el contrario, usas una apertura más cerrada (como f/8 o f/11), el desenfoque será mucho más leve y el bokeh casi inexistente.
Pero no todo depende solo del valor f: también influye cómo está construido el objetivo, especialmente el número y la forma de las palas del diafragma. Un objetivo con muchas palas redondeadas suele producir un bokeh más suave y agradable. La combinación de una apertura de diafragma amplia y un buen objetivo puede marcar la diferencia entre un fondo simplemente borroso y uno con un bokeh realmente estético.
Ejemplos de bokeh suave, cremoso o con formas
El bokeh varía mucho según el tipo de lente y la apertura de diafragma que uses. Con una apertura amplia como f/1.8 o f/1.4, y una distancia corta entre el sujeto y el fondo, obtendrás un bokeh suave y cremoso, ideal para retratos. Algunos objetivos incluso generan bokehs con carácter: pueden tener formas más circulares o más angulosas dependiendo del diseño del diafragma. Por ejemplo, si hay luces en el fondo, una buena apertura puede convertirlas en círculos suaves, mientras que una lente más limitada podría mostrar bordes duros o formas poco atractivas.
Con práctica y observación, uno aprende a anticipar cómo quedará ese bokeh según la apertura de diafragma que elija. Y lo mejor es que no hay una única fórmula: experimentar con diferentes combinaciones de luz, fondo y apertura es parte del encanto de capturar imágenes con personalidad.Herramientas
Cómo elegir la apertura adecuada
Uno de los grandes secretos para lograr fotos con intención está en saber elegir bien la apertura de diafragma. No se trata solo de dejar pasar más o menos luz, sino de usarla como una herramienta creativa que te permita controlar el enfoque, el fondo y la atmósfera de la imagen. Cada situación pide una cosa distinta, y entender cómo responde la apertura de diafragma en cada contexto te dará un control total sobre tus fotografías.
Retratos: En retrato, lo más habitual es buscar un fondo desenfocado que haga resaltar al sujeto. Para eso, lo ideal es usar una apertura de diafragma amplia, como f/1.8 o f/2.8, dependiendo del objetivo. Cuanto más abierta sea, más suave será el fondo, y más llamará la atención la mirada o los rasgos de la persona que estás retratando. Eso sí, hay que tener cuidado con aperturas muy grandes (como f/1.4), porque la profundidad de campo puede ser tan estrecha que termines con los ojos enfocados y las orejas ya desenfocadas. Es cuestión de probar y ajustar según la distancia al sujeto.
Paisajes: En fotografía de paisajes, la idea es totalmente opuesta. Queremos que todo —desde el primer plano hasta el fondo— se vea nítido y definido. Para conseguirlo, se suele usar una apertura de diafragma pequeña, como f/8, f/11 o incluso f/16. Estas aperturas permiten una profundidad de campo amplia, lo que hace que todos los elementos del paisaje estén en foco. También es importante usar trípode en estas situaciones, ya que con aperturas pequeñas entra menos luz y necesitarás una velocidad de obturación más lenta.
Fotografía nocturna y creativa: En condiciones de poca luz, como la fotografía nocturna, conviene aprovechar al máximo la luz disponible. Aquí, una apertura de diafragma amplia (f/2.0, f/1.8, etc.) es tu mejor aliada. No solo te ayuda a capturar más luz sin tener que subir demasiado el ISO, sino que también aporta un toque creativo, sobre todo si hay luces en el fondo: faroles, neones o estrellas pueden convertirse en un bonito bokeh que le da mucha vida a la imagen. En fotos creativas, jugar con el desenfoque también es una gran herramienta: puedes aislar objetos o dar un aire onírico a la escena solo con la apertura de diafragma adecuada.
Consejo extra
Un detalle importante que a veces se pasa por alto: cada objetivo tiene un punto dulce, es decir, una apertura de diafragma en la que ofrece su máxima nitidez. Por lo general, ese punto está entre dos y tres pasos por encima de la apertura máxima. Por ejemplo, si tu lente abre a f/1.8, es posible que la nitidez óptima esté en torno a f/4. Conocer ese punto te ayudará a encontrar el equilibrio entre nitidez, profundidad de campo y estética.
Dominar la apertura de diafragma no es solo cuestión de técnica: es entender cómo cada pequeño cambio puede transformar la imagen por completo. Y cuando lo interiorizas, pasas de hacer fotos a crear fotos.
Preguntas frecuentes
¿La apertura de diafragma afecta directamente la cantidad de luz en la foto?
Sí, la apertura de diafragma regula cuánta luz entra al sensor. Una apertura grande (como f/1.8) deja pasar más luz y es ideal para situaciones con poca iluminación. Una apertura pequeña (como f/16) deja pasar menos luz y se usa en escenas muy iluminadas o cuando buscas mayor profundidad de campo.
¿Una apertura más grande desenfoca más el fondo?
Sí. Cuanto más grande es la apertura de diafragma (menor número f), más se reduce la profundidad de campo, lo que genera un fondo más desenfocado y resalta al sujeto principal. Por eso es común en retratos usar aperturas amplias como f/1.8 o f/2.8.
¿Puedo usar siempre la apertura más grande que me da el objetivo?
No siempre es lo mejor. Aunque una gran apertura de diafragma permite desenfocar fondos y captar más luz, puede sacrificar nitidez o complicar el enfoque. A veces, cerrar un poco (por ejemplo, de f/1.4 a f/2.8) mejora la calidad de la imagen.
¿Qué significa f/1.8, f/5.6, f/16, etc.?
Son valores que indican el tamaño de la apertura de diafragma. Cuanto más bajo el número f, más abierta está la apertura (más luz y menos profundidad de campo). Cuanto más alto el número, más cerrada está la apertura (menos luz y más zona enfocada).
¿Influye la apertura en la nitidez de una foto?
Sí. Cada objetivo tiene un punto de mayor nitidez, generalmente entre f/4 y f/8. Abrir demasiado la apertura de diafragma puede generar bordes suaves, y cerrarla demasiado (f/16 o más) puede producir difracción, lo que reduce nitidez.